El PADI AmbassaDiver, Manuel Bustelo relata sus primeros años en las montañas argentinas hasta su descenso bajo las olas.
Por recomendación médica, durante mi infancia mis padres me llevaban frecuentemente a las montañas para alivir los síntomas del asma que padecía. Nacido en Mendoza, una ciudad a los pies de los Andes argentinos, a tan solo una hora de distancia podía respirar aire puro a una altura de 2 000 metros. Guardo innumerables recuerdos con mi familia en las montañas. La altitud era mi lugar de recreo natural y con 18 años escalé las montañas más altas de los Andes.
Años más tarde me convertí en el primer hombre en realizar un descenso cuesta abajo en bici de montaña desde 6 800 metros. Gracias a un documental proyectado en nueve festivales de películas de montaña estuve por Centroamérica promoviendo las carreras de bicicleta de montaña. Cuando tenía 28 años, estaba sentado en un bar de Granada (Nicaragua) hablando de mis andanzas y alguien me preguntó por qué no había probado el buceo. Aunque todas mis aventuras hasta el momento habían sido emprendidas en grandes altitudes o sobre una bici de montaña, sentí de inmediato que tenía que probarlo.
Con el conocimiento llega el interés y con el interés llega el cambio.
Completé el curso PADI Open Water Diver en Roatán (Islas de la Bahía, Honduras). Los primeros pensamientos que tuve fueron casi matemáticos. Me dije a mí mismo: “El 70 % del increíble mundo que conoces está bajo el agua. Los ecosistemas más antiguos se formaron bajo el agua. Además, tienes mucho que explorar junto a las montañas a las que estás tan acostrumbrado. ¡Ve a bucear ya!”.
No he dejado de bucear desde entonces y esto me ha llevado a ser la persona que soy hoy en día. He explorado los océanos y mares del mundo. He podido bucear en arrecifes llenos de vida y en otros en peor estado de conservación. También he pasado horas observando nuevas especies marinas y he sido testigo de los efectos devastadores del plástico en nuestros océanos. Los cambios que he experimentado en mí mismo son resultado de recuerdos y experiencias de primera mano.
Ya podía ver los glaciares derritiéndose cuando contemplaba la increíble belleza de cadenas de montañas remotas. Lo que he visto bajo el agua me ha permitido conectar más profundamente con nuestra madre naturaleza. En la Gran Barrera de Coral pude escuchar multitud de ballenas y delfines mientras estaba rodeado por tantos peces que casi no podía ver a mi compañero de buceo. En Roatán, pasé varias paradas de seguridad con peces trompeta avistando corales esponja, tortugas y rayas águila.
Con el conocimiento llega el interés y con el interés llega el cambio. El curso PADI Open Water me hizo sentir más cercano a la naturaleza. Mi misión es cambiar la perspectiva sobre nuestros océanos, sobre las especies marinas que viven en él y la protección que necesitan. Los océanos necesitan nuestra ayuda y el buceo es la mejor herramienta para proporcionar la ayuda que necesitan.