Si alguna vez has buceado o leído sobre «la dama plateada» o Silfra, en el lago islandés de Thingvallavatn, entonces habrás oído hablar sobre sus 100 metros (328 pies) de visibilidad y su intrigante localización entre los continentes norteamericano y euroasiático. Aquí, el agua procede del agua del deshielo del glaciar vecino Langjökull antes de filtrarse durante unos 100 años mediante un acuífero y emerger como agua cristalina y potable a 2° C (35° F).
En unas recientes vacaciones de año nuevo a Islandia tuve la fortuna de bucear en un lugar de buceo menos conocido llamado Davíðsgjá, del que se dice que es la «hermana oscura y espeluznante» de Silfra. Davíðsgjá, como Silfra, también es una fisura localizada en el lago Thingvallavatn. Tiene 21 metros (68 pies) y se puede bucear durante horas en buenas condiciones en el punto más profundo.
Ese día en enero, me recogieron en Reykjavik, la capital y la mayor ciudad de Islandia, y me llevaron en coche durante 45 minutos al Parque Nacional Thingvellir. Casualmente pasamos con el coche al lado de Silfra, cerca de un signo de carretera cerrada y mediante una pequeña carretera helada. Esta carretera es paralela a la orilla del lago y solo es accesible mediante 4×4 durante el invierno. Por suerte, mi guía Fraser Cameron de Iceland Dive Expeditions, hizo esto multitud de veces y cuenta con conocimiento local experto. Unos minutos más tarde nos dieron los trajes secos en la nieve y nos pusimos en acción.
Lo que podría haber sido una sencilla caminata de 100 metros (328 pies) fue algo extenuante con un traje seco, botella, plomos de 12 kg (26 libras), 10 kg (22 libras) de equipo de cámara y una amenazadora capa de hielo.
Al llegar al punto de entrada se podía divisar un pequeño espacio abierto en el hielo cerca de la orilla mediante el cual íbamos a ejecutar un paso de gigante de 2 metros (6 pies) desde una roca helada. De repente me acordé de cómo el agua de 2° C (35° F) se siente en la cara, pero mi emoción me hizo olvidar cualquier incomodidad. Durante el descenso exploramos algunas grietas y nadamos un poco buscando algunas oportunidades fotográficas. Era la distintiva agua azul que recordaba pero con la dimensión añadida de una cueva helada.
Cuando estábamos en el borde del hielo el guía procedió a usar una cuerda para entrar a este entorno cerrado. Aunque solo estábamos limitados por hielo en la fisura, lo pasamos bien jugando un poco a una distancia segura del borde. Algo más hubiese requerido precauciones de seguridad, apoyo, redundancia, etc. Finalizamos deslizándonos en el hielo y arrastrando nuestro equipo al borde del lago para la caminata de vuelta.
Islandia es un lugar increíble. Es realmente seguro, conectado y todo el mundo habla inglés. Hay aventuras e increíbles paisajes que disfrutar en cada esquina.
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